24 de enero de 2013

Salir a Cenar sin Renunciar a tu Dieta


Salir a Cenar sin Renunciar a tu Dieta
Cuando empiezas a comer de manera saludable, salir a cenar, que, alguna vez, fue un placer que te llenaba de felicidad y te hacía aflojar el cinturón, se convierte en el terror culinario.
Las porciones son del tamaño de la montaña Matterhorn. Los supertanques de refrescos abundan. Las papas fritas vienen con tu pedido por más que no las quieras. Los vegetales no se ven ni a millas de distancia.
Estamos aquí para ayudarte.
Recuerda que, más allá de nuestras sugerencias, cenar en un restaurante casi siempre será menos saludable que la comida que prepares en casa.
A continuación, te paso algunas indicaciones:
  1. Haz elecciones inteligentes. Prácticamente todos los menús tienen pollo o pescado cocinado de una manera saludable. Busca palabras como "a la parrilla", "asado a la parrilla" o "cocido al vapor" y evita aquellas como "salteado" y "frito".
  2. Evita el aperitivo. Según su definición, el objetivo del aperitivo es abrir tu apetito. Pero cuando algunos aperitivos tienen más de 1,000 calorías, no podemos llamarlo así, sino ¡una comida completa y mucho más! Si no deseas un aperitivo, pregúntales a los demás comensales si estarían dispuestos a compartir una de las opciones más saludables, como una ensalada, bruschetta, cebiche o cualquier plato que no tenga mucha salsa, pero sí muchas frutas, vegetales o proteínas magras.
  3. Come una ensalada. Los vegetales de hojas verdes son, también, una excelente opción, pero recuerda que no todas las ensaladas se preparan de la misma manera. Prefiere las ensaladas que no tengan mayonesa (en otras palabras, evita la ensalada de atún y pollo) y pide el aderezo como acompañamiento. De este modo, puedes agregar una o dos cucharadas, en lugar de empapar tu ensalada con el aderezo.
  4. Acompañamientos en tu boca son muslos más grandes. En muchos restaurantes, la "guarnición" es una papa horneada, papas fritas o ensalada de col. ¿A qué equivalen? A calorías innecesarias. Si quieres un acompañamiento, pide ensalada (con el aderezo aparte), frutas o vegetales cocidos al vapor, incluso si no están en el menú.
  5. Nada de pan. No comas el pan. ¿Es rico? ¡Por supuesto! Pero en lugar de comer un alimento porque está delante de ti, cambia esas calorías vacías por algo que, en realidad, disfrutes.
  6. Come la mitad. Con el transcurrir del tiempo, los tamaños de las porciones estadounidenses han crecido hasta alcanzar proporciones gigantescas. Por lo general, los restaurantes no te sirven una porción de pasta, sino una que equivale a 4 o más porciones. En caso de que seas una persona a la que le cuesta dejar un poco de comida en el plato —después de todo, la comida es sabrosa—, pídele antes al camarero que te traiga la mitad de tu pedido. De este modo, puedes disfrutar de tu cena y tu almuerzo un poco más tarde durante la semana.
  7. Nada de refrescos. Si el pan no es bueno, los refrescos son peores. Esto se debe a que es fácil consumir grandes cantidades de calorías rápidamente. Ni siquiera pienses en elegir las opciones "dietéticas". Los endulzantes artificiales que tienen no son saludables y pueden llevarte a tener antojos por alimentos con más azúcar. ¡Es una situación donde nadie gana! Si no quieres beber agua, pide un té helado sin endulzar. No tiene calorías, ¡así que puedes tomar todo lo que desees!
  8. ¿Postre? ¿En serio? ¿En serio? Es verdad que algunos restaurantes tienen sus límites y se centran más en los sabores únicos que en la cantidad, pero si sales a comer con amigos a un lugar donde el postre tiene más calorías que tu comida y ellos insisten en pedirlo, sugiéreles compartirlo. Llegado el momento, toma un bocado y deja tu cuchara. No se trata de privarte de tus gustos, sino de hacer elecciones inteligentes. Si todavía deseas comer algo dulce cuando vuelves a casa, disfruta de un yogur con frutos del bosque o de una fruta.

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